Para empezar diremos que, investigadores con las que hemos podido hablar, nos advierten de que era alguien “importante”, de esas personas que están arriba, era “élite”. De fuertes convicciones democráticas, republicanas, de izquierdas, se relacionaba con gente importante a nivel nacional. Lo veremos. Recomendamos leer todo, aunque largo, (Spoiler) el final es trágico con sorpresa feliz: Sanfermines.
Origen navarro, nació en Barcelona (24/10/1891), padres de Pamplona. Fusilado (23/8/1936) en Valcaldera (Cadreita). Abogado. Cursó la carrera de Derecho en Madrid. Si tuvo allí su primer contacto con el fútbol y si conoció gente que luego sería “importante” no lo sabemos, posiblemente así fuera. Desde 1916 trabaja como secretario interino en el Palacio de Justicia, cubriendo una vacante, en 1924 logra la plaza por oposición. Encontramos en Diario Navarra algunas referencias sobre el proceso. Secretario de Sala de la Audiencia Territorial de Pamplona, además de otras funciones, tiene como colaborador a su hermano Enrique, ayudante de cargo, allí desarrollaría su vida profesional durante 23 años hasta su arresto y ejecución.
Con motivo de las Jornadas de recuerdo al Juez Luis Elío y a todos los trabajadores de la administración de Justicia represaliados por defender la legalidad republicana ante la sublevación fascista, organizada por la asociación “Juezas y Jueces para la Democracia” en febrero de 2018, CCOO-Nafarroa publicó una nota que definía a Natalio como ”Un hombre de bien entregado, además de a su actividad profesional como jurista, a otros numerosos compromisos sociales en favor de valores como la libertad, cultura, justicia social y progreso”.
Compaginó la vida política, presidente de Acción Republicana en Navarra desde 1932, con otras labores: presidente de Cruz Roja en Pamplona (1933-1936), presidencia de la Comisión Taurina de la Casa de la Misericordia (1932-1934) y presidencia de Osasuna durante más de ocho años, en dos periodos distintos. También fue socio del Nuevo Casino de Pamplona y del Orfeón Pamplonés, además de promotor y accionista junto a su hermano pequeño Santiago del periódico republicano “Democracia”. Con un perfil, digamos, generoso y solidario, encontramos una referencia del DN en una campaña de donativos de Navidad. En uno de los expedientes del Archivo General de Navarra (AGN), Manuel González Bozas, socio de Cruz Roja de aquella época, declaró que Cayuela respetó la cualidad o carácter apolítico de la organización en todo momento.
Era socio de la Liga de los Derechos del Hombre y del Ciudadano constituida en 1913. Un club de nivel, no apto para “figurines”, entre sus socios había gente de la talla de: García Lorca, Unamuno, Dalí, Ortega y Gasset, Azaña,... Sus aspiraciones eran “defender, en la medida de sus posibilidades, sin afiliarse a ningún grupo político, a ninguna escuela filosófica, ni a ninguna doctrina económica, esas libertades fundamentales, sin las cuales no son posibles ni la paz pública, ni la civilización, ni el progreso de las Ciencias y de las Artes, ni la vida moral de un pueblo”.
Acción Republicana se fusionó en 1934 con otros partidos afines, naciendo Izquierda Republicana. Entre los años 1934 y 1935 Natalio Cayuela fue presidente de la Junta Directiva de este partido, convirtiéndose en una de las personas más importante del mismo. Tenía entre los compañeros de partido a su hermano Santiago que también era abogado.
Una de sus facetas más conocidas fue la de presidente del Club Atlético Osasuna en dos ocasiones. Según el periodista Félix Monreal, fue presidente del primer equipo constituido en la ciudad, el Pamplona FC, organizador del primer partido que conoció la ciudad, en abril de 1909. Con los hermanos Aizpún Andueza; Marcos, periodista e ideólogo de lo que sería Osasuna y Eduardo, defensa del Pamplona y de Osasuna, primer presidente del club tras la desaparición de la Sportiva. En las alineaciones del Pamplona aparece de forma reiterada un Cayuela, su hermano Santiago no podía ser por edad, o él o el otro hermano, Enrique. Con Eduardo Aizpún, que también estudió Derecho, coincidió en el Racing (1915), donde ocupó el cargo de vicepresidente, y donde también figura un futbolista apellidado Cayuela. ¿Fundó Osasuna? ¿Y el precursor Sportiva? En junio de 1923, Natalio Cayuela aparece por primera vez al frente de Osasuna, aunque como el entonces secretario aclara entre paréntesis, solo por espacio de seis meses. Fue el tercer presidente. Durante éste período visitó por primera vez el Campo de San Juan el mítico portero Ricardo Zamora. Cubierto este ciclo, es sustituido en el cargo por Eduardo Aizpún.
Retorna en 1928 como presidente (le votaron 85 socios presentes en la asamblea) la primera etapa de crecimiento importante del club, en siete años de categorías regionales a primera división. Un crecimiento deportivo y económico con momentos de tensión y que para Cayuela, elogiado en otras ocasiones por prensa y afición, tuvo un final desagradable. Es en ésta época cuando Osasuna se enfrentó a las autoridades deportivas. En 1928 se inicia oficialmente la Liga, Osasuna en tercera división de inicio (su potencial daba para algo más), dos años después decidieron hacer un plante junto a otros equipos de Gipuzkoa, ya que a Bizkaia la habían apartado de los enfrentamientos, y se perdía nivel. Juegan el campeonato de Gipuzkoa. Con un nivel muy superior al resto de campeonatos del Estado. Sobre las valoraciones del trabajo inicial de su junta directiva, es revelador el siguiente comentario publicado en El Pensamiento Navarro en julio de 1930:
“Nos parece muy acertada esa reelección (la de Cayuela como presidente). La actuación de la directiva ha sido acertada y esto último salta a la vista del más miope. (…) Se hicieron cargo del club en una situación muy deficiente tanto económica como deportivamente, sobre todo tras la marcha de los hermanos Goiburu. (…) Han contribuido (directiva y jugadores) a transformar a Osasuna. Han liquidado los atrasos, (…) Brillante ha sido el último ejercicio, que ha saneado por completo la economía del club”.
Ángel Vizcay (ex secretario del club) contaba una anécdota sobre Julián Vergara, aquel joven de 17 años que ficharon del Erri Berri en 1930. Los compañeros le tomaban el pelo a menudo. Lo suyo era meter goles. En una ocasión hablaba por teléfono con Cayuela, le hicieron ver una falta de respeto no quitarse la txapela, no descubrirse, en consecuencia le pidió disculpas al presidente: mil perdones por falta de educación. Cayuela heredó el club con una deuda de 68.000 pesetas, enseguida la redujo. Pagó atrasos según F. Monreal. Vino luego el ascenso a Segunda (1931-32) y el salto a la máxima categoría (1934-35). Pero parece que ahí surgieron los problemas.
Nos parece injusto que se mitifique a presidentes como Fermín Ezcurra, comprensible por el recuerdo reciente, y que pasen desapercibidos casos como el de Natalio sin que nadie lo reivindique. Marcó un hito en el club. Lo tomó en Tercera división y lo condujo hasta la máxima categoría. Sin embargo, el ascenso fue el principio del fin de aquel brillante mandato, ya que la afición criticó lo que entendía como mala composición de la plantilla a lo que se sumaron los problemas económicos por los que pasaba la entidad. En septiembre de 1935, Osasuna en la gloria y Cayuela y su junta presentaron la dimisión. El clima entre la afición no era el mejor. Según la prensa –muy crítica con los dirigentes– no había plantilla para competir con garantías en Primera y el desfase económico era de miles de duros. Resulta sintomático que tras el relevo en la Junta –fue elegido en noviembre Ambrosio Izu, empresario navarro con negocios en México– el club recibió un aluvión de nuevos socios. Cayuela firmó su última acta como presidente el 23 de septiembre de 1935. Se despidió del club a través de una sentida carta.
En los expedientes que figuran en el AGN, fue visto junto con Manuel Azaña, puede que para cumplir con los objetivos de esta Liga de Los Derechos Del Hombre, de lo que se encargaban las elites de las provincias, élite a la que pertenecía Natalio. Señalábamos en las anteriores entregas, cómo en junio y julio de 1936 en Pamplona, la situación era insostenible. Mientras el general Emilio Mola y los carlistas navarros preparaban el golpe militar, entre quienes destacaba Antonio Lizarza (miembro de la Junta de Osasuna), y persona clave del mismo; otros como Cayuela, el 18 de julio se reunieron con el gobernador civil y otros políticos de izquierda para analizar los acontecimientos e intentar parar la barbarie, en palabras de la investigadora y jurista Miren Goñi, autora de una ponencia sobre él, “pagó con su vida el intento de parar el golpe de Mola”, así se expresaba en las mencionadas jornadas.
Nada más triunfar el golpe, Natalio fue detenido (técnicamente habría que decir secuestrado) por su ideario republicano, encarcelado en Pamplona hasta el 23 de agosto, al atardecer de ése día junto a otros 52 compañeros fue trasladado por las autoridades golpistas al paraje bardenero de Valcaldera (Cadreita), bajo la falsa promesa de ser liberados. Llegó la comitiva, los verdugos (falangistas y requetés), que previamente cavaron una gran fosa, esperaban allí y los fusilaron, colaborando las autoridades eclesiásticas, asesinos acompañados de clérigos), que esperaban “oír la confesión”, con el tiempo, algunos, alcanzaron la prelatura (cargo honorífico concedido por el Papa).
Junto a Natalio Cayuela asesinaron a las 52 personas, entre ellos su hermano Santiago de 25 años, la mayoría jóvenes, víctimas de la intransigencia y del odio, por ser paladines del librepensamiento, de la justicia social, de la defensa de los comunales, del pan de cada día para los pobres, defensores de “su sudor” en expresión de la época…
De aquel asesinato en masa se salvó: Honorino Artera, rompió las cuerdas que lo ataban a su compañero, echó a correr, una bala le alcanzó en una pierna, pero huyó, era de noche, se subió a un árbol mientras lo buscaban, remontó el río Aragón, llegó a los Pirineos, pasó a Francia, regresó a Cataluña y se enroló en el bando republicano; refugiado en Francia, fue capturado y encarcelado en el campo de concentración de Saint Cyprien; luchó contra Hitler con la resistencia francesa.
Su nieta, Chantal Estrade, fue una de las lanzadoras del chupinazo de San Fermín en 2015, junto a Javier Aranegui del Orfeón Pamplonés, homenajeando a su abuelo y a la peña “La Veleta” de la que era socio. Sin saberlo establecieron una costumbre sanferminera, convirtiendo en universal las fiestas de Iruña: vistiéndose de blanco y rojo. Fueron los miembros de la peña La Veleta, muchos de ellos obreros republicanos que fueron represaliados por el franquismo, al menos tres de los primeros 21 fueron asesinados. Según recogemos de los trabajos de Iván Giménez. 80 años después aquellos restos continúan sin aparecer, las familias no pudieron recuperarlos.
A finales de los 50, las autoridades franquistas los sacaron de allí y los llevaron al Valle de los Caídos, infringiendo otro delito más. Las peticiones de las familias desoídas por una y otra administración. Con estas líneas queríamos dar a conocer el legado de vida y muerte de Natalio Cayuela, admirar su obra y honrar su memoria. Osasuna tiene una deuda inmensa con él y con todos los demás: Fortunato, Ramón, Eladio y Andrés, también con otros que sufrieron la represión de otras maneras.
VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN para todas las víctimas de la dictadura franquista.
Comentarios
Publicar un comentario