Hubo un tiempo ya lejano que estos dos clubes se enfrentaron; sus caminos se cruzaron en 1958 primero y en 1988 después, en ambas ocasiones en partidos amistosos. Las dos entidades no tienen demasiadas semejanzas, aunque comparten dos pequeñas historias de hace 60 y 30 años, además del color rojo como elemento de identificación compartida.
Por Xabier Alzueta y Gorka Ibarrola.
Los Reds del Liverpool y los Rojillos de Osasuna, con representaciones y hegemonías distintas, son realidades lejanas, magnitudes muy diferentes y variaciones en un mismo color. Ni el Arga es el rio Mersey, ni el Sadar es Anfield, ni el Graderío Sur la grada Kop, ni el Riau-riau suena como el You’ll never walk alone, ni Pedro Mari Zabalza es Bill Shankly, ni Enrique Martín es rubio como Kenny Dalglish, ni tampoco los Iruñako se parecieron nunca a los Beatles. Si nos ceñimos estrictamente a las frías estadísticas, los ingleses ocuparían el 4º lugar de una hipotética clasificación histórica de la liga inglesa y Osasuna el 16º en la llamada “mejor liga del mundo”. Más allá del dato, el Liverpool se ha codeado con los mejores y ahora puede volver a ser Rey de Europa, como ya lo fue en los 70 y en los 80; en la antípodas, tenemos a un Osasuna que también vivió años felices, y que sin embargo hoy se encuentra ensimismado e inseguro pero sin renunciar a agotar sus opciones por volver a la máxima categoría.
La larga noche del franquismo
Posicionada en el bando vencedor de la guerra, Iruñea fue una ciudad clave en la sublevación fascista de 1936 contra la república española, condicionando a todos los niveles los años siguientes, también en el club. La represión contra el bando republicano fue durísima. Varios miembros del Club Atlético Osasuna fueron fusilados. La música de aquellos años bastante tranquilos de una ciudad franquista, llevaba al grupo local Los Iruñako a la conquista de Madrid, “o todo o nada, o triunfamos a lo grande o lo dejamos”, declaraban a la prensa local, mientras en Liverpool unos jóvenes estudiantes hacían sus pinitos en la banda The Quarrymen, una década después eran The Beatles y acabarían por conquistar el planeta. Una Pamplona en lo social “tranquila”, se alteró de manera inesperada por las protestas espontáneas de mujeres indignadas por la subida del precio de los huevos en el Mercado Nuevo. Eran años de hambre y miseria, se habían retirado las cartillas de racionamiento, dando origen a las llamadas huelgas de subsistencia que se produjeron en 1951, y las posteriores de apoyo a reivindicaciones laborales de 1956, con balances de cientos de detenidos.
15 de mayo 1958, campo de San Juan
La asociación de prensa organizó ese Osasuna-Liverpool, en un homenaje de Navarra al club rojillo por la brillante temporada realizada. Los preliminares del encuentro fueron de una “gran belleza y solemnidad”, según las crónicas de la época. Bajo el marco de la portería norte, salieron los dos equipos recibidos por un arco de dantzaris y el sonido del txistu de fondo, y en el centro del campo se interpretaron los himnos nacionales a cargo de la banda militar. Los ingleses se impusieron por 1-3. El gol de Osasuna lo materializó Glaría I, mientras que para los ingleses marcaron Bimpson, Liddell y Morris. Osasuna ascendería a Primera División por segunda vez en su historia en 1956, permaneciendo cuatro temporadas, un ciclo corto pero importante, terminando en las posiciones 6ª, 5ª, 8ª antes de volver a tropezar con descenso. El Liverpool, con cinco títulos de liga en su palmarés, era cuarto de la segunda categoría inglesa cuando vino a Iruña, aun así se impuso y se hizo acreedor de una copa de plata donada por el ayuntamiento de Pamplona, cuyo alcalde era Urmeneta. Una comunidad pobre, rural y muy católica en 10 años realizó su gran transformación. La diputación impulsó una verdadera planificación industrial; 300 nuevas empresas crearon 20 mil nuevos puestos de trabajo. Además había nacido la Universidad de Navarra pocos años antes, de la mano del Opus Dei, trayendo la formación de estudios superiores, que a la vez permitía el control sectario de los mismos por parte de una organización ultra-católica, muy apegada al peculio y al régimen, lógicamente. Cambios que derivaron en consecuencias políticas y sociales: pasamos de una sociedad que celebraba la victoria y apoyo a la causa fascista a albergar la vanguardia del movimiento político anti-franquista en tan sólo dos décadas. Todo un giro copernicano. Desarrollo de un nuevo movimiento obrero y fuerzas políticas anti-franquistas; en 1958 nace ETA y es ahora, 60 años después, cuando desaparece.
Shankly, el profeta
“Él hizo feliz a la gente”, se puede leer en la estatua con su figura en Anfield. Representa un antes y un después, fue un mito en vida y aún hoy. En 1958, el Liverpool era un club en decadencia, en segunda división, inmerso en una crisis profunda de identidad. A final de esa misma temporada fue fichado el técnico escocés, de origen minero, que en un año ascendió al equipo a la máxima categoría y lo hizo campeón. Sus dotes como motivador ganaron fama (si el compañero estaba conmocionado por una entrada muy dura del rival, casi inconsciente, mandaba a los asistentes para “decirle que es Pelé y que salga a meter goles sin parar”). Su conexión con el público era especial (en los desplazamientos, cuando le pedían su domicilio, él escribía ‘Anfield’). Todo eso y algunas frases célebres lo convirtieron en leyenda. La ciudad portuaria que vio nacer a este club, como escisión del Everton, fue el principal puerto marítimo del mundo a lo largo del siglo XIX y buena parte del XX. En la Segunda Guerra Mundial los bombardeos aéreos nazis destruyeron más del 70% de la ciudad. Ambos clubes representan la lucha de clases trasladada al fútbol; por una parte, la gente rica y de religión protestante (los azules del Everton) y, por otra, el extracto pobre y católico de los seguidores Reds. Shankly, de firmes ideas socialistas, entendía este deporte como la vida misma, como una forma de cooperación entre la gente por una misma causa, con un objetivo común, y todo ello lo transmitía con orgullo y pasión. De vida austera, lo mismo pedía a sus jugadores, que dieran ejemplo a su afición; el lujo estaba muy mal visto en Liverpool y, evidentemente, no hacían consultas a las bases. Dicen que tenía la habilidad de hacer ver que cada día era diferente y un reto. Una especie de mística y de comunión que caló de lleno entre sus aficionados. “Creedme”, así empezaba muchos de sus discursos. Bufandas al viento, cánticos sin descanso y el balón, ante la duda, siempre a la meta contraria. Se convirtió en la imagen, en la voz, detrás había un equipo también en el aspecto técnico: varios “elegidos” charlaban de lo divino y lo humano entre botas de fútbol y tazas de té, cuentan que también bebían whisky escocés y cerveza, el famoso Boot room, espacio donde se reunían y donde fueron trasmitiendo el conocimiento, el legado de Anfield, a modo de oráculo. No eran mensajes indescifrables, era algo muy sencillo: “La pasamos siempre al de rojo, y dentro del área el balón a la puerta, después discutimos otras opciones”. Bill comparaba un equipo con un piano, “ocho tipos tienen que llevarlo y tres se encargan de tocarlo”. Su frase más famosa fue “el fútbol no es una cuestión a vida o muerte, es algo mucho más importante que eso”, que años más tarde de pronunciarla denunciaría que había sido sacada de contexto. Ninguna de las cinco copas de Europa llegaron con él, y sin embargo, fue renonocido como el creador. La idea de vestir totalmente de rojo, por ejemplo, fue suya.
Ni dioses, ni reyes, ni rival ciudadano
En Iruña el fútbol se vive de otra manera. Carece de ésa mística, es más prosaico. No hay un profeta en el que creer, la tradición de acudir a misas y rezar a los santos navarros que han tenido y tienen las diferentes juntas no aporta un balance positivo de goles, ni Hacienda navarra hace la vista gorda con las obligaciones fiscales. Tal vez el hecho de que no haya habido otro rival en la ciudad, difícil en relación al tamaño de población y al escaso poder económico, reste competitividad.
1988: homenaje a Sammy Lee
Un Liverpool de la era post-Shankly con 18 ligas, cuatro copas de Europa y dos copas de la UEFA en las vitrinas volvió a Iruña con el propósito de homenajear a su ex jugador Sammy Lee. Cumplían sanción de la UEFA, diez años sin jugar competición europea como pena por los sucesos de Heysel. Kenny Dalglish hacía las veces de entrenador y jugador, ex compañero y amigo de Lee, estaba acompañado de Barnes, Grobbelaar, Hansen, Molby, Aldridge, Beardsley… La mañana del partido fueron recibidos y obsequiados con algunos regalos con el ayuntamiento en pleno y su alcalde, el regionalista Chourraut, en contraste con el Concejo de la ciudad de Liverpool, que estaba en manos del sector más izquierdista del laborismo, el ala trotskista liderado por Hatton. En representación de esos últimos no vino nadie; bastante tenían con luchar contra Thatcher, la reconversión y el poll Tax. Una fría noche de marzo, nevanba tímidamente, 3º de temperatura y floja entrada en El Sadar, 8.000 espectadores (acudieron suportters y familiares de Lee) presenciaron un equipo muy superior a Osasuna. Vencieron 0-2 los Reds, con goles de Hougthon y Dalglish en la meta defendida por un jovencísimo Unzué. El homenajeado Lee, en el palco con muletas y muy emocionado, no paraba de agradecer a los dos clubes por haberse citado para la ocasión y otro ex red, Michael Robinson, recordaba ante las cámaras de TV la ocasión única que suponía para Osasuna poder aprender de los mejores, magnífica oportunidad de estrechar relaciones entre los dos clubes. En lo futbolístico los papeles cambiados, Osasuna parecía el equipo británico, pases largos de Pepín y Arozarena a Ziganda, Pizo y Goikoetxea, pelea en el barro de Rípodas e Ibañez, mientras que el Liverpool se servía de la buena combinación y el juego asociativo de sus futbolistas. Los únicos toques de calidad rojillos partían de las botas de Miguel Sola, el resto era del Liverpool, un nivel superior, jugando al pase corto, con una técnica mejor, sin florituras, muy sencillo, pero vistoso. El partido lo retransmitió ETB en directo y hoy podemos verlo en la red ya que hace tres años lo rescatamos de un cajón en una cintaVHS y lo colgamos en la plataforma You Tube.
Primavera de 2018, camino a la gloria
Visto en perspectiva, después de un ciclo de 60 años, lamentamos que los dos clubes rojos no hayan cultivado más amistad y compartido conocimiento futbolístico, aunque aun así ambos siguen soñando y luchando. Por eso nunca caminan solos. Ambos vienen de estar en la cuerda floja debido a problemas financieros y deportivos en los últimos años. El Liverpool acabó en 2010 en banca rota y vendido a un grupo inversor americano. Osasuna, por su parte, estuvo a punto de desaparecer hace tan solo. Ahora, sin embargo, los dos clubes se vuelven a citar con la historia, aunque esta vez por separado. En ambos casos las opciones son escasas. Kloop ha devuelto la mística a Anfield y ha obtenido reconocimiento por juego que algunos definen como heavy metal. Su ideario de fútbol es atractivo y valiente, y, además, en los social y en político el técnico alemán comparte ideas con Shankly. No parten como favoritos: enfrente estará el talentoso escuadrón de Zidane y la fuerza de la historia del club merengue. Osasuna, por su parte, no lo reconocen ni sus más fieles seguidores, con un estilo anodino y alejado de su intensidad y garra; se ha plantado inesperadamente con opciones de entrar en el play off de ascenso a Primera. Los últimos años del club, y de la comunidad en general, han estado marcados por el alejamiento de su clásica filosofía. Ante tales citas es bueno volver al maestro. Bill lo sintetizaba en pocas palabras: “Muchachos, la vida es maravillosa, sólo hace falta un balón y un poco de hierba”.
Por Xabier Alzueta y Gorka Ibarrola.
Los Reds del Liverpool y los Rojillos de Osasuna, con representaciones y hegemonías distintas, son realidades lejanas, magnitudes muy diferentes y variaciones en un mismo color. Ni el Arga es el rio Mersey, ni el Sadar es Anfield, ni el Graderío Sur la grada Kop, ni el Riau-riau suena como el You’ll never walk alone, ni Pedro Mari Zabalza es Bill Shankly, ni Enrique Martín es rubio como Kenny Dalglish, ni tampoco los Iruñako se parecieron nunca a los Beatles. Si nos ceñimos estrictamente a las frías estadísticas, los ingleses ocuparían el 4º lugar de una hipotética clasificación histórica de la liga inglesa y Osasuna el 16º en la llamada “mejor liga del mundo”. Más allá del dato, el Liverpool se ha codeado con los mejores y ahora puede volver a ser Rey de Europa, como ya lo fue en los 70 y en los 80; en la antípodas, tenemos a un Osasuna que también vivió años felices, y que sin embargo hoy se encuentra ensimismado e inseguro pero sin renunciar a agotar sus opciones por volver a la máxima categoría.
La larga noche del franquismo
Posicionada en el bando vencedor de la guerra, Iruñea fue una ciudad clave en la sublevación fascista de 1936 contra la república española, condicionando a todos los niveles los años siguientes, también en el club. La represión contra el bando republicano fue durísima. Varios miembros del Club Atlético Osasuna fueron fusilados. La música de aquellos años bastante tranquilos de una ciudad franquista, llevaba al grupo local Los Iruñako a la conquista de Madrid, “o todo o nada, o triunfamos a lo grande o lo dejamos”, declaraban a la prensa local, mientras en Liverpool unos jóvenes estudiantes hacían sus pinitos en la banda The Quarrymen, una década después eran The Beatles y acabarían por conquistar el planeta. Una Pamplona en lo social “tranquila”, se alteró de manera inesperada por las protestas espontáneas de mujeres indignadas por la subida del precio de los huevos en el Mercado Nuevo. Eran años de hambre y miseria, se habían retirado las cartillas de racionamiento, dando origen a las llamadas huelgas de subsistencia que se produjeron en 1951, y las posteriores de apoyo a reivindicaciones laborales de 1956, con balances de cientos de detenidos.
15 de mayo 1958, campo de San Juan
La asociación de prensa organizó ese Osasuna-Liverpool, en un homenaje de Navarra al club rojillo por la brillante temporada realizada. Los preliminares del encuentro fueron de una “gran belleza y solemnidad”, según las crónicas de la época. Bajo el marco de la portería norte, salieron los dos equipos recibidos por un arco de dantzaris y el sonido del txistu de fondo, y en el centro del campo se interpretaron los himnos nacionales a cargo de la banda militar. Los ingleses se impusieron por 1-3. El gol de Osasuna lo materializó Glaría I, mientras que para los ingleses marcaron Bimpson, Liddell y Morris. Osasuna ascendería a Primera División por segunda vez en su historia en 1956, permaneciendo cuatro temporadas, un ciclo corto pero importante, terminando en las posiciones 6ª, 5ª, 8ª antes de volver a tropezar con descenso. El Liverpool, con cinco títulos de liga en su palmarés, era cuarto de la segunda categoría inglesa cuando vino a Iruña, aun así se impuso y se hizo acreedor de una copa de plata donada por el ayuntamiento de Pamplona, cuyo alcalde era Urmeneta. Una comunidad pobre, rural y muy católica en 10 años realizó su gran transformación. La diputación impulsó una verdadera planificación industrial; 300 nuevas empresas crearon 20 mil nuevos puestos de trabajo. Además había nacido la Universidad de Navarra pocos años antes, de la mano del Opus Dei, trayendo la formación de estudios superiores, que a la vez permitía el control sectario de los mismos por parte de una organización ultra-católica, muy apegada al peculio y al régimen, lógicamente. Cambios que derivaron en consecuencias políticas y sociales: pasamos de una sociedad que celebraba la victoria y apoyo a la causa fascista a albergar la vanguardia del movimiento político anti-franquista en tan sólo dos décadas. Todo un giro copernicano. Desarrollo de un nuevo movimiento obrero y fuerzas políticas anti-franquistas; en 1958 nace ETA y es ahora, 60 años después, cuando desaparece.
Shankly, el profeta
“Él hizo feliz a la gente”, se puede leer en la estatua con su figura en Anfield. Representa un antes y un después, fue un mito en vida y aún hoy. En 1958, el Liverpool era un club en decadencia, en segunda división, inmerso en una crisis profunda de identidad. A final de esa misma temporada fue fichado el técnico escocés, de origen minero, que en un año ascendió al equipo a la máxima categoría y lo hizo campeón. Sus dotes como motivador ganaron fama (si el compañero estaba conmocionado por una entrada muy dura del rival, casi inconsciente, mandaba a los asistentes para “decirle que es Pelé y que salga a meter goles sin parar”). Su conexión con el público era especial (en los desplazamientos, cuando le pedían su domicilio, él escribía ‘Anfield’). Todo eso y algunas frases célebres lo convirtieron en leyenda. La ciudad portuaria que vio nacer a este club, como escisión del Everton, fue el principal puerto marítimo del mundo a lo largo del siglo XIX y buena parte del XX. En la Segunda Guerra Mundial los bombardeos aéreos nazis destruyeron más del 70% de la ciudad. Ambos clubes representan la lucha de clases trasladada al fútbol; por una parte, la gente rica y de religión protestante (los azules del Everton) y, por otra, el extracto pobre y católico de los seguidores Reds. Shankly, de firmes ideas socialistas, entendía este deporte como la vida misma, como una forma de cooperación entre la gente por una misma causa, con un objetivo común, y todo ello lo transmitía con orgullo y pasión. De vida austera, lo mismo pedía a sus jugadores, que dieran ejemplo a su afición; el lujo estaba muy mal visto en Liverpool y, evidentemente, no hacían consultas a las bases. Dicen que tenía la habilidad de hacer ver que cada día era diferente y un reto. Una especie de mística y de comunión que caló de lleno entre sus aficionados. “Creedme”, así empezaba muchos de sus discursos. Bufandas al viento, cánticos sin descanso y el balón, ante la duda, siempre a la meta contraria. Se convirtió en la imagen, en la voz, detrás había un equipo también en el aspecto técnico: varios “elegidos” charlaban de lo divino y lo humano entre botas de fútbol y tazas de té, cuentan que también bebían whisky escocés y cerveza, el famoso Boot room, espacio donde se reunían y donde fueron trasmitiendo el conocimiento, el legado de Anfield, a modo de oráculo. No eran mensajes indescifrables, era algo muy sencillo: “La pasamos siempre al de rojo, y dentro del área el balón a la puerta, después discutimos otras opciones”. Bill comparaba un equipo con un piano, “ocho tipos tienen que llevarlo y tres se encargan de tocarlo”. Su frase más famosa fue “el fútbol no es una cuestión a vida o muerte, es algo mucho más importante que eso”, que años más tarde de pronunciarla denunciaría que había sido sacada de contexto. Ninguna de las cinco copas de Europa llegaron con él, y sin embargo, fue renonocido como el creador. La idea de vestir totalmente de rojo, por ejemplo, fue suya.
Ni dioses, ni reyes, ni rival ciudadano
En Iruña el fútbol se vive de otra manera. Carece de ésa mística, es más prosaico. No hay un profeta en el que creer, la tradición de acudir a misas y rezar a los santos navarros que han tenido y tienen las diferentes juntas no aporta un balance positivo de goles, ni Hacienda navarra hace la vista gorda con las obligaciones fiscales. Tal vez el hecho de que no haya habido otro rival en la ciudad, difícil en relación al tamaño de población y al escaso poder económico, reste competitividad.
1988: homenaje a Sammy Lee
Un Liverpool de la era post-Shankly con 18 ligas, cuatro copas de Europa y dos copas de la UEFA en las vitrinas volvió a Iruña con el propósito de homenajear a su ex jugador Sammy Lee. Cumplían sanción de la UEFA, diez años sin jugar competición europea como pena por los sucesos de Heysel. Kenny Dalglish hacía las veces de entrenador y jugador, ex compañero y amigo de Lee, estaba acompañado de Barnes, Grobbelaar, Hansen, Molby, Aldridge, Beardsley… La mañana del partido fueron recibidos y obsequiados con algunos regalos con el ayuntamiento en pleno y su alcalde, el regionalista Chourraut, en contraste con el Concejo de la ciudad de Liverpool, que estaba en manos del sector más izquierdista del laborismo, el ala trotskista liderado por Hatton. En representación de esos últimos no vino nadie; bastante tenían con luchar contra Thatcher, la reconversión y el poll Tax. Una fría noche de marzo, nevanba tímidamente, 3º de temperatura y floja entrada en El Sadar, 8.000 espectadores (acudieron suportters y familiares de Lee) presenciaron un equipo muy superior a Osasuna. Vencieron 0-2 los Reds, con goles de Hougthon y Dalglish en la meta defendida por un jovencísimo Unzué. El homenajeado Lee, en el palco con muletas y muy emocionado, no paraba de agradecer a los dos clubes por haberse citado para la ocasión y otro ex red, Michael Robinson, recordaba ante las cámaras de TV la ocasión única que suponía para Osasuna poder aprender de los mejores, magnífica oportunidad de estrechar relaciones entre los dos clubes. En lo futbolístico los papeles cambiados, Osasuna parecía el equipo británico, pases largos de Pepín y Arozarena a Ziganda, Pizo y Goikoetxea, pelea en el barro de Rípodas e Ibañez, mientras que el Liverpool se servía de la buena combinación y el juego asociativo de sus futbolistas. Los únicos toques de calidad rojillos partían de las botas de Miguel Sola, el resto era del Liverpool, un nivel superior, jugando al pase corto, con una técnica mejor, sin florituras, muy sencillo, pero vistoso. El partido lo retransmitió ETB en directo y hoy podemos verlo en la red ya que hace tres años lo rescatamos de un cajón en una cintaVHS y lo colgamos en la plataforma You Tube.
Primavera de 2018, camino a la gloria
Visto en perspectiva, después de un ciclo de 60 años, lamentamos que los dos clubes rojos no hayan cultivado más amistad y compartido conocimiento futbolístico, aunque aun así ambos siguen soñando y luchando. Por eso nunca caminan solos. Ambos vienen de estar en la cuerda floja debido a problemas financieros y deportivos en los últimos años. El Liverpool acabó en 2010 en banca rota y vendido a un grupo inversor americano. Osasuna, por su parte, estuvo a punto de desaparecer hace tan solo. Ahora, sin embargo, los dos clubes se vuelven a citar con la historia, aunque esta vez por separado. En ambos casos las opciones son escasas. Kloop ha devuelto la mística a Anfield y ha obtenido reconocimiento por juego que algunos definen como heavy metal. Su ideario de fútbol es atractivo y valiente, y, además, en los social y en político el técnico alemán comparte ideas con Shankly. No parten como favoritos: enfrente estará el talentoso escuadrón de Zidane y la fuerza de la historia del club merengue. Osasuna, por su parte, no lo reconocen ni sus más fieles seguidores, con un estilo anodino y alejado de su intensidad y garra; se ha plantado inesperadamente con opciones de entrar en el play off de ascenso a Primera. Los últimos años del club, y de la comunidad en general, han estado marcados por el alejamiento de su clásica filosofía. Ante tales citas es bueno volver al maestro. Bill lo sintetizaba en pocas palabras: “Muchachos, la vida es maravillosa, sólo hace falta un balón y un poco de hierba”.
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